martes, 28 de mayo de 2013

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Estoy de una boca a otra boca, y lloran las voces, girando, dando vueltas, en su sonido amarillento, como para no marear a la dulzura que brilla en tus palabras, no sé donde he perdido mi vida sin ti, ni cuándo murió la nave beige que me traía el gesto de tus labios, me escarbo la memoria, para no olvidarte, en mi patio de recuerdos, como si fueses una fruta que atravieso con tijeras de oro, y se abre el bosque, y muere en un verde encinto, lleno de agujeros, como pájaros negros cubiertos por envoltorios de caramelo, y entonces cae el olvido, enjuto, con su color granate, con una tonalidad de amor imposible, pero poco a poco refloreces, atada a la proa de un adentro sin afueras, exprimida, sentada en mi corazón, engrisada, subes colinas, metes tu reino lluvioso en mi bostezo de limón, que se adentra en tus venas, sin edades ni nombre, porque es aún adolescente, y lleva el dolor de tu chillido, por no vivir en un lugar que es mío, en la humareda sexual azul, con diez mil oxígenos genitales que escurren en esa brisa que es la sustancia de tu orgasmo, Rocío, fonéame la médula, háblame de nuevo, estrangúlame en tu pedazo de infinito, mételo entre dos besos, en el espesor de una promesa coagulada, escríbeme, anota con aire entre mis dedos, que salga el nacimiento desde tu corteza, que sea un sueño con balcones para tiempo muerto, que se llueva por las noches con la líbido de una lágrima en celo, sobre mis pupilas caídas que son hoy tu mineral, y rumor para tus laderas, sonríen las partes delanteras de lo que escribo, junto a ti se dan vuelta y no me miran, devoradas por tus ojos abiertos que leen sobre el aliento de mis calaveras que ya no hablan, ¿ dónde está Serge ?, ¿ dónde respira en mis líneas, cientos de veces asomadas, como amapolas ?, la luz del sol se aleja de una magnolia rota, quizá sea la curva de un amor que se borra, o tu tendón... pero yo ya no me sostengo.