miércoles, 17 de abril de 2013

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Veo al orgasmo suave en que no estás vivir tendido en medio de mi nombre, como un único emisario de la lluvia, como una tristeza de besos opuestos, hoy aprendí a tallar tu imagen metiendo la boca en tu soledad, hundiendo mis recuerdos en tu frío de orégano, como si fueras una paloma disfrazada de lobo gris, me quemo en tu sed de rosas, y quiero vivir en tus meses como el éter en tus piernas, saber de qué olor está hecho tu corazón cuando deja caer su nube violeta por las venas, ¿qué forma busca cada párpado cuando me miras?, un mirlo va, se piensa en cada latido si tú me descubres, él sabe cual es la realidad de lo que escribo, y abre así mi brecha, la limpia de aire, deja tu signo en el agua, se tiende en el tiempo transparente, así sobrevive el mensaje del crepúsculo si te caes muerta en el último dicho de mis labios, hay un grupo de almas que llevan sus matrices de plomo hacia el espíritu, saben que ahí me habitas, recortan las medidas de tu despasión si reluces en el agua, me dejan tu verdad para que baile, para que reluzca en el calor del deseo que sale de tu cuerpo, pero hay un peñón de soledad en tu tristeza de éter, no huyes al espacio porque se abre el cielo y se nievan tus movimientos, dime amor, que te sucede si toco esas manchas azules en la pulpa de tu pena, ódiame si no estoy en los silencios con que tú me rejuntas, ni en los ruidos de papel que se quedan sin distancias añoradas, ahora naces, como una niña entre dos vientos grises, tus padres son dos espejos vacíos, desordenados, y la libertad pasa, callada, come de algo que dejaron nuestros pechos después de haberse amado, tu confianza se agacha finalmente, tiene un tiro en la espalda, por eso tiembla, se pierde llenando mis ojos, ya no bañas mi mirada, un latido se traga una piedra, llora, somos tú y yo, cubiertos por un trapo de cocina olvidado, acostados en una mano que calla, sin recuerdos.