martes, 23 de abril de 2013

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Mi brisa en tu sexo, para que los ojos no se me alejen fríos en una cortina de viento, para poder adoptar cada instante de tu ternura, y en espesos lagrimones, humedecer cada suspiro teñido de sangre, voy a meter tus recuerdos en cada latido de mi persiana, y en el aire advertiré tu voz de pitusa, esa que aún no sabía usar sus pies, pero que ya soñaba con ser mariposa, pequeña mía, quiero un pedazo de ti en la maleta de mi piel con cuerpo, ser un ruido de tus huesos preso de la que nunca fuiste conmigo, verte sentada en mi sueño jugando con la cuerda de mi sonrisa, vas pasando, me abres la ventana, y ahí estoy, bordeando la senda de tu voz, entreabriendo una brecha con versos llorados, que exigen silencio, y un espacio deshabitado para ti, que te llenan de palabras las manos, con odas de vidrio que te dicen amor para llevarte a su presente liso, ahí podemos perdernos, y darnos la mano ante los seres que existen en nuestra nada de nadie, desde azoteas vacías nos arrojan sueños que se dan vuelta a mirarnos, y nos ven en una lágrima que cubre sus agujeros de ausencia, en el aliento cuando me cierras los ojos y yo asisto a la apertura de mi rostro en tu risa, Rocío, entra en mis pupilas, embiste en lo que te bebo, dale tacto al abismo entornado de mi orgasmo, pon sal al paso de quererte partido, nada los excesos de mi psiquis en tus caderas, mi deseo se escucha, estalla en el peñón de tu soledad, ahí el llanto sexual hechiza tus sentidos, y los hace flecha anegada de geometrías perdidas, pronto la muerte delira, y hurta el cerrojo de mis labios, hay una latitud que suspiras y yo me pierdo en la tregua, nos abrazamos, aquella noche nacemos otra vez, con sueño apuesto, en tu himen se encierran mis aguas profundas, soy yo sin estar ya conmigo, demasiado nadie, demasiado devorado por tu boca, como un espejismo que te habla a ojos cerrados.