martes, 5 de marzo de 2013

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Cuando la muerte venga a buscarme, anúncienle: "No hay nadie aquí, se ha mudado...".
Y mis palabras se abrirán, carnívoras, en su habitación. Le cavarán un espacio de luz dentro del cuerpo. Mis acentos serán como un rayo detenido en la luna. Y se los descubrirá cantando sin pulpa.
Más tarde, alguién, desvestirá un estuario de amor que se encenderá como una lámpara.

- Yo estoy sola con mis voces, vida, y tú... solo en el centro de un poema que cae de tus cenizas.

Resbala una gota de agua. Lleva dentro todos sus huesos de pájaro. Levanta la cabeza. Ve a una niña con una tiza rosada que ya nada recuerda. (Porque su pecho se ha puesto tan duro).
El amor abandona entonces un ramo de viento en el umbral.

- Hay vacíos que aman en su instante de eternidad, dice Serge.

Rocío lleva 20 horas escribiendo sin cesar. Mientras, su viejo expira. 
- No pudo soportar el misterio que vivió a espaldas de una necrosis para su alma.

Hoy ella abre sus piernas a distancia. Mete el fósforo de su sangre en toda mi sombra.
"Para que sigas la línea de este contorno... mi boca estará siempre abierta".

Hay "noes" que se asoman desde la voz del musgo. Vuelan a tus ojos y se encierran como dos países profundos.

A veces una mujer puede morir de presencias
y asomarse al alba 
o hundirse entre dos noches iguales
sin saber nada de mi eclipse de recuerdos en su gemido.