martes, 7 de mayo de 2013

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Ningún sueño es equiparable ni en su figura, ni en su sonoridad, a las caderas de Rocío, ellas calientan mi mundo, lo sustentan, y en ellas, mi vuelo se pone, y yo viajo en su agencia de vapores, en su sexo que acaricia lo que dentro de mí es oscuro, su vagina es un tragaluz por el que mi soledad siente que debiera tener alas, o ser un beso musicalmente emocionante para su boca, todo abre la distancia que media entre mi sed y su mano en el orgasmo, ¿ acaso existe un mejor lugar para olvidar nuestro paquete de dolor ?, esta noche su lengua es un órgano de conocimiento para mis labios, un líquido de re-conocimiento entre lo no decible y su recuerdo lleno de boca, saturado de aire adúltero que recorta ausencias, porque todo lo decible equivale a mentir, y nada es promesa si el resto es silencio, es como formar barro con una invisibilidad que olvida tocarse el amor, que se tatúa con ecos el alma para que parezca un hormiguero de espectros, que se llena de conspiraciones, suaves, cómo salidas de árboles frutales que no saben que perdieron el cordón umbilical de madrugada, ahora arrancas con tu pecho el costado por donde sangra mi vida, que te extraña incurablemente, donde mis palabras son perfumes para tu bestia de ardores en eclipse, somos como sueños en el cantar gris del frío, dame entonces tus desnudos, asoma tus impulsos fluviales de loba vacía en una noche tibia, de silueta envuelta en agua que vive entre paréntesis, huye, huyamos, vamos a besar las suaves uñas de un ciego que nos ponga en los ojos su lejanía profunda, mojada y brillosa, que nos guarde en alcohol los gestos atiborrados de celeste que parpadean en lugares remotos, ahora nos salimos de nuestro tacto solo, despoblado, es como un pequeño pétalo aplastado por los conocimientos del mundo, ebrio de nubes de plata, que descienden de su luna de cuarzo, y que nos acarician los suspiros.