martes, 20 de marzo de 2012

81

Todo empezó por una equivocación. Y entonces, salió la cosa.
Escribir sobre Rocío.
Más allá de cualquier zona prohibida, desenredar ansiedades como si fueran redes aturdidas. Algunos fuman con los amigos, otros muchos, acarician una relación de goma.
Llega Serge.
- ¿ Me vas a ahorcar con un pañuelo de seda ?
...
- ¿ Con la trenza de tu hembra ?
Yo, silencio. Sólo me dejo decir.

Calle y hombres sobre cubierta. Y el viento que toca el acordeón dejando el pavimento como un felpudo de piedra áspera.
Ella habla, habla y habla. Su varón vive en una isla lejana, en la casita de atrás. No la escucha. El dinero lo es todo.
( Pero sabe que hay sueños del corazón que respiran por su cuerpo para que los navegue ).
Entonces se deja caer.
Baila desnuda entre sus huesos como un animal lanzado que busca su rastro más lejano.
Todo huele a cartas usadas.

Aquella noche, al poseerla, le fracturó el espinazo en el respaldo de la cama. Ahora busca un cuerpo más puro y su cabeza rota merodea llorando.
El amor no llega a cucharadas de aceite.
Solo, ve como los hombres desean el culo de la tipa que tienen al lado. Un buen polvo, feromonas, y a la tercera o cuarta noche... pierdes todo interés.


Queda un tintero pálido junto a un profundo latido.