martes, 13 de marzo de 2012

80

- ¿ Quién coño te ha dejado entrar aquí ? - me dice Serge.
Mi pupila, recta, colorea la pregunta. Él es mi personaje. Hay un pozo desconocido de conceptos que atardecen arrimándose a la luz de la ventana.
- Algo no anda bien entre nosotros, algo que yo contribuyo a causar, aunque sin mi culpa..
( Es que he llegado a ser lo que soy sólo por tu influencia, o sea, que también soy un personaje ).


Ella permanece inerte en la alcoba sin retratos de mi cerebro, aparentemente muerta, entre paredes impersonales, sin Serge.
A la distancia, de una ausencia a otra, el amor se condensa hasta llegar a ser una sola gota, que sumergida, trata de sobrevivir.


- De todas maneras, somos tan peligrosos el uno para el otro, que si hubiese calculado de antemano la influencia que surgiría entre nosotros, hubiese podido presumir que te aplastaría bajo mis pies... no quedando ya nada de mí.
( De pie, Vírgenes. En medio de mi sangre, y para siempre, expelen un sólido llanto de rubí ).
Resucita Lázaro y se deja adivinar el corazón.


Rocío lleva sentimientos como piedras caídas. En sus retinas,  la rigidez de lo desconocido se ve como un pozo.
 ( Pero yo para ella soy una curiosidad de la cual puede tomar lo que quiera ).


Las mujeres se aferran a las ganas de reir en una noche soleada.